31 enero 2010

Junio 2006

No se ven en mis ojos,
inundan mi alma, desolada,
sucumbo en el hastío,
ni el brillo de tus ojos asoma a mi guarida.

Atisbos de tu presencia,
conjugados a recuerdos,
osan movilizar a esta débil criatura,
que cae y se sostiene en la ilusión...

De un regreso,
de un encuentro,
de un reencuentro,
aunque más no sea en mis dolorosos sueños.

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