19 mayo 2010

La espera

Ella siempre escapaba, huía. Huía de sí misma, de los otros, de la realidad y de la fantasía. Al mirarla no se sabía si estaba o si habitaba alguno de los mundos que se había inventado; sin embargo, sus ojos reflejaban un alma tierna, delicada pero fuerte, que recorría laberintos en busca de su lugar.
Algunas veces, al encontrarla con la mirada, podías ver que habitaba el aquí y ahora con la sensación de que quisiera quedarse, para dejar de huir de sí misma, de los otros, de la realidad y de la fantasía.
Aún no se sabe si ha encontrado ese lugar que desenfrenadamente ha buscado y que ahora intenta descubrir paso a paso. No se sabe si en realidad no está esperando a ese otro, que al mirarlo, encontrará en sus ojos su alma, esa alma perdida en los tiempos, que ha de encontarse en algún momento.

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